¿Si una persona ha sido muy pecadora gran parte de su vida, puede llegar a ser Santo (a)?
Si una persona ha sido muy pecadora aun creyendo en Dios, puede alcanzar la Santidad si hace buenas obras y se arrepiente de corazón?
gracias por sus respuestas amigos!!!
Carlos Enrique, soy Católico, asi que te pido de favor que si vas a insultar a mi Iglesia te ahorres tus palabras y omitas tus comentarios.
Carlos Enrique, soy Católico, asi que te pido de favor que si vas a insultar a mi Iglesia te ahorres tus palabras y omitas tus comentarios.
LU: no entendi nada de lo que expusiste, por favor ordena mejor tus ideas.
Gabriel mas ciego eres tu, porque solo te quedas con la bola de mentiras que te dicen en los medios de comunicación, quisiera que leyeras la Biografía del Papa Juan Pablo II, y despues vengas a opinar.
24 respuestas
- hace 9 añosRespuesta preferida
Ave Maximus¡¡¡ TE PONGO ESTA PARTE DEL HOMBRE DIOS..........LA CONVERSION DE MARIA MAGDALENA DE LA CUAL DICE EL EVANGELIO....JESUS SACO LOS 7 PECADOS CAPITALES......Y ELLA............LA MISMA PECADORA........TUVO EL FAVOR ESPECIAL DE DIOS............SEGUN EL EVANGELIO DE ...<<<<<<<<<SER LA PRIMERA QUE VIO A JESUS RESUCITADO>>>>>>>>>>ME ENCANTA Y ME FASCINA LA VIDA DE ESTA MUJER PECADORA........QUE DEJO TODO POR BUSCAR A DIOS.........O SEA LA SANTIDAD.........
CONVERSION DE MARIA MAGDALENA. (JESUS) MARIA VALTORTA.
Posted on 9 junio, 2010
No hay ninguna mujer. Todos hablan. El dueño de la casa,
de vez en cuando, con afectada condescendencia y evidente ostentación de
complacencia, se dirige a Jesús (se ve claramente que quiere demostrarle –y
demostrárselo a todos los presentes– que le ha hecho un gran honor invitándole
a su rica casa, a El, un pobre profeta a quien se le considera, incluso, un
poco exaltado)… Veo que Jesús responde con cortesía y sosiego.
A quien le pregunta, le sonríe con su leve sonrisa; pero,
si quien le habla es Juan –o aunque sólo le mire–, entonces su sonrisa es
luminosa.
2 Veo que alguien descorre la
rica cortina que cubre el vano de la puerta. Entra una mujer joven, guapísima,
ricamente vestida, peinada con esmero. Su abundantísima cabellera rubia forma
sobre su cabeza un verdadero ornamento de mechones artísticamente
entrecruzados; tan abundante es y tanto resplandece, que parece como si llevara
un yelmo de oro labrado todo en relieve. Su indumento, si lo comparo con el que
le he visto siempre a la Virgen María, diría que es muy excéntrico y
complicado.
Hebillas en los hombros, joyas para sujetar los frunces
de la parte superior del pecho, cadenitas de oro para delinear el pecho mismo,
cinturón hecho de bullones de oro y gemas. Es un vestido audaz, que hace
resaltar las líneas del bellísimo cuerpo de la mujer. En la cabeza lleva un
velo, tan fino que… no vela nada; es sólo un detalle añadido a sus gracias,
nada más. Calzan sus pies sandalias rojas muy ricas, de piel, con hebillas de
oro, sujetas con lazos a la altura del tobillo.
Todos, menos Jesús, se vuelven a mirarla. Juan la observa
un instante y luego se vuelve hacia Jesús. Los demás fijan su mirada en ella
con visible y maligno deseo. Pero la mujer no los mira en absoluto, ni se
preocupa del murmullo que ha levantado su presencia ni de las señas que hacen
todos, excepto Jesús y el discípulo. Jesús se comporta como si no se hubiera
dado cuenta de nada; sigue hablando hasta terminar la conversación que había
entablado con el dueño de la casa.
La mujer va hacia Jesús, se arrodilla junto a los pies
del Maestro. Deja en el suelo un pequeño recipiente de forma de ánfora de panza
muy marcada, se quita el velo de la cabeza sacando el alfiler precioso que lo
tenía prendido al pelo, se saca de los dedos los anillos, y deposita todo
encima del lecho–asiento, junto a los pies de Jesús; luego toma entre sus manos
los pies, primero el derecho, luego el izquierdo, desata las sandalias y los
posa de nuevo en el suelo; luego, prorrumpiendo en grandes sollozos, besa estos
pies, apoya en ellos su frente, se los acaricia para sí, y las lágrimas caen
como una lluvia, que brilla bajo la llama de la lámpara y que recorre, formando
hilos, la piel de estos pies adorables.
3 Jesús vuelve –casi nada–
lentamente la cabeza, y su mirada azul obscura se deposita un instante sobre la
cabeza vencida. Es una mirada absolutoria. Luego vuelve a la posición de mirar
hacia el centro, mientras deja a la mujer que se desahogue libremente.
Los demás, no; ellos se intercambian comentarios
mordaces, señas, sonrisas malignas. El fariseo se pone un momento en posición
de sentado, para ver mejor; su mirada es entre ávida, preocupada e irónica:
ávida de la mujer (este sentimiento es patente); preocupada por el hecho de que
la mujer haya entrado con tanta libertad, lo cual podría hacer pensar a los
otros que la recibe frecuentemente en su casa; irónica respecto a Jesús…
Pero la mujer no se percata de nada. Llora a mares,
aunque sin gritos; sólo lagrimones y alguno que otro suspiro. Luego se suelta
los cabellos, extrayendo las horquillas de oro que sostenían el complejo
peinado. Deposita también estas horquillas al lado de los anillos y del alfiler
de cabeza. Las madejas de oro se despliegan recorriendo la espalda de la mujer.
Coge sus cabellos con las dos manos, se los lleva al pecho y los pasa por los
pies mojados de Jesús, hasta que los ve secos. Luego mete sus dedos en la
pequeña vasija y saca una pomada levemente amarillenta y olorosísima.
SIGO ABAJO..............
- Anónimohace 9 años
Armando, no es que me estés pidiendo mi opinión en cuanto a la mejor respuesta, pero de todas, me quedo con la de Sharon, así que decir más, no se puede.
Pero déjame decirte que sí, que grandes pecadores en la mayor parte de su vida, al final se arrepienten y son salvos y santos.
Hay muchos ejemplos de ellos en La Biblia y en la vida real. Y eso sucede sucede porque debemos de recordar las palabras del mismo Jesucristo: "No tienen razón del médico los que están sanos", o aquellas otras "No he venido a buscar a los sanos, sino a los enfermos..."
Saludos amigo mío.
- hace 9 años
Hola Armando!
Los santos son personas comunes y corrientes, que hacen lo que hacen por amor a Jesús, - dicen lo que deben decir sin tener miedo - que aman al prójimo incluso cuando éste los rechaza; y viven sin arrepentirse del ayer y sin temor por el mañana.
Nadie está exento del llamado a la santidad. Hombres, mujeres y niños han subido la escalera de la vida y han alcanzado altos grados de santidad. Estos santos cristianos pueden encontrarse en todos los estados de vida existentes.
Tenemos por ejemplo a Tarcisio, de nueve años, quien defendió la Eucaristía con su vida. María Goretti, de once años, que defendió su virginidad y fue apuñalada una y otra vez por quien la atacó. Su santidad brilló intensamente cuando perdonó a quien la intentó violar y asesinó, además de orar por su conversión
María de Egipto era una prostituta a la edad de 16 años. Se unió a un grupo de peregrinos que se dirigía a Tierra Santa en un esfuerzo por cambiar. Cuando llegó a la Iglesia, una fuerza invisible le impidió entrar. Aterrada por la experiencia, vio una estatua de María y se dio cuenta de la enormidad de sus pecados. Se decidió a cambiar de vida y a nunca más ofender a Dios. Cuarenta años más tarde, murió, totalmente renovada por su santidad de vida.
Matt Talbot fue un alcohólico sin esperanzas el mayor tiempo de su vida. El desdén de sus amigos, al verse delante de ellos temblando al pedir un trago, despertó su alma y vio su situación apremiante. Cambió su vida y dirigió todas sus energías hacia Jesús y a buscar la vida eterna.
Los santos del pasado eran seres humanos con fragilidades. San Jerónimo tenía un violento temperamento y luchó contra esa debilidad toda su vida. Dimas era un ladrón que terminó su vida con un acto de amor y de arrepentimiento y tuvo el privilegio de recibir la promesa del paraíso de parte del mismo Jesús. Carlos de Foucald y Francisco de Asís eran "playboys" que finalmente se rindieron a las fuerzas del Cielo.
Cada santo se esforzó y luchó contra sus debilidades toda su vida y adquirió los hábitos de la virtud, nunca perdió de vista los extremos más recónditos de su debilidad. Cada uno conquistó la santidad mediante la vigilancia continua de sí mismo, concientes de lo que eran y concientes de lo que podían llegar a ser. Esta manera de proceder y la conciencia clara de la propia tendencia al mal, los lanzó a los brazos de Dios. Dependían de Él para todo y le daban el crédito por cada pequeña cosa buena que sucedía en sus vidas.
Los hombres no nacen santos ni con privilegios o dones especiales. Luchan contra el mundo, el demonio y la carne; y a medida que van venciendo, el Espíritu de Jesús brilla en ellos cada vez con más claridad.
Algunas veces confundimos la misión particular de cada uno con su santidad. Si la compasión debiera irradiarse a través de alguien, entonces ese alguien debería recibir el poder de curar para manifestar el poder de Dios. Pero el carisma no es parte de la santidad, es simplemente el punto de partida, un don que debe ser transmitido a otros. Es el don de Dios para el santo de modo que se beneficie todo el pueblo de Dios. Es posible poseer el carisma y no ser santo. Un ejemplo claro de esto lo podemos ver en Judas. Pasó tres años con Jesús y tenía el poder para sanar, podía predicar y enviar a otros a hacerlo, pero no crecía en su vida de santidad. Sus debilidades se agravaron porque vio el poder dado por Jesús como un regalo que era una carga pesada y que le brindaba pocos beneficios personales.
No podemos escondernos usando la cómoda excusa que nos "declara" como no escogidos -o que no tenemos cualidades especiales. Si somos cristianos hemos sido elegidos. Si hemos sido elegidos, entonces esas cualidades deben desplegarse en el grado de santidad al que Dios nos llama, deben desplegarse a medida que crecemos en él.
Una pequeña bellota no tiene idea del imponente roble que llegará a ser, pero a pesar de eso, toda la estructura necesaria para producir un árbol gigante está contenida en esa pequeña semilla. El tiempo, la lluvia, el sol, el frío y las tormentas harán brotar la belleza escondida, la altura espectacular y el tronco fuerte que dará sombra y alegrará el corazón del hombre.
Jesús nos ha comparado con una semilla sembrada en la tierra de Su gracia. Ha descrito cómo algunos de nosotros respondemos a Él con nuestros esfuerzos por crecer y a pesar de los obstáculos que nos lo impiden.
Antes de ver cómo podemos ser santos, sería bueno mencionar las razones que da Jesús por las cuales no llegamos a serlo. Necesitamos entender claramente cuáles son las excusas que ponemos y nuestras propias objeciones.
Buena pregunta amigo mio
Fuente(s): Madre Angelica. - Maria de MagdalaLv 4hace 9 años
Un perfume entre de azucena y nardo se propaga por toda
la sala. La mujer extrae sin escatimar; extiende, unta, besa, acaricia.
Jesús, de tanto en tanto, la mira lleno de amorosa
piedad. Juan, que se había vuelto sorprendido al oír el estallido de llanto, no
sabe separar la mirada del grupo de Jesús y la mujer y mira alternativamente a
uno y otro. La cara del fariseo tiene una expresión cada vez más desabrida.
4 Oigo aquí las ya conocidas
palabras del Evangelio, las oigo acompañadas de un tono y una mirada que le hacen agachar
la cabeza al viejo resentido.
Oigo las palabras de absolución a la mujer, que se ha
enrollado el velo alrededor de la cabeza, quedando más o menos recogida su
cabellera despeinada, y ahora se marcha dejando a los pies de Jesús sus joyas.
Jesús, al decirle:
«Ve en paz»,
le pone un instante la mano sobre su cabeza inclinada.
Pero lo hace con grandísima dulzura.
«Se perdona mucho a
quien ama mucho»
5 Jesús ahora me dice:
«Lo que le ha hecho bajar la cabeza al fariseo –y también
a sus compañeros–, y que no está escrito en el Evangelio, han sido las palabras
que mi espíritu, a través de mi mirada, ha lanzado y clavado en esa alma yerma
y ávida. He respondido mucho más de lo que está escrito, porque ningún
pensamiento de los hombres me estaba celado. Y él ha entendido mi mudo
lenguaje, más cargado aún de reproche que cuanto lo estaban mis palabras.
Le he dicho: "No. No hagas insinuaciones malvadas para
justificarte ante ti mismo. Yo no tengo tu lujuria. Esta mujer no viene a mí
por atracción sensual. Yo no soy tú, ni soy como tus semejantes. Viene a mi
porque mi mirada y mi palabra, oída por pura coincidencia, le han iluminado el
alma en que la lujuria había creado tinieblas. Y viene porque quiere vencer
sobre la carne y ha comprendido, ¡pobre criatura!, que por sí sola no lo
lograría nunca. Ella ama en mí el espíritu, nada más que el espíritu, que
siente sobrenaturalmente bueno. Después de tanto mal como ha recibido de todos
vosotros, que os habéis aprovechado de su debilidad para vuestros vicios,
correspondiéndole luego con los latigazos de vuestro desprecio, viene a mí
porque percibe que ha encontrado el Bien, la Alegría, la Paz, que inútilmente
ha buscado entre las pompas del mundo. Procúrate la curación de esta lepra tuya
de alma, ¡Oh, fariseo hipócrita!, y recta visión en las cosas; depón la
soberbia de la mente y la lujuria de la carne. Estas son lepras mucho más
fétidas que las de vuestro cuerpo. De estas últimas mi toque os puede curar
porque por ellas me invocáis, pero de la lepra del espíritu no, porque no
queréis liberaros de ella porque os gusta.
Esta mujer, sin embargo, sí quiere. Por eso Yo la limpio,
por eso la libero de las cadenas de su esclavitud. La pecadora ha muerto, ha
quedado allí, en los adornos que ella se avergüenza de ofrecerme para que los
santifique usándolos para atender mis necesidades y las de mis discípulos, para
los pobres a quienes socorro con lo que a otros les es superfluo; porque se da
el caso de que Yo, Dueño del universo, ahora que soy el Salvador del hombre, no
poseo nada. Ella está allí, en el perfume con que ha ungido mis pies,
disminuido –como sus cabellos– en esa parte del cuerpo que tú no te has dignado
refrescar con el agua de tu pozo, después de que he recorrido tanto camino para
venir a traerte también a ti luz. La pecadora ha muerto, y ha renacido María,
que ahora, por su vivo dolor y recto amor, tiene nuevamente la hermosura de una
púdica muchacha. Ella se ha lavado en su llanto. En verdad te digo, fariseo,
que entre éste, que me ama con su juventud pura, y ésta, que me ama con la
sincera contrición de un corazón renacido a la Gracia, no establezco
diferencia, y que al Puro y a la Arrepentida les confío una misión,
respectivamente: comprender mi pensamiento como nadie y dar a mi Cuerpo los
últimos honores y el primer saludo (no cuento el saludo especial de mi Madre)
cuando resucite".
sigo abajo..............
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- Anónimohace 9 años
Mira dicen que San Antonio, fué hijo de unos ricos mercaderes, toda su vida tuvo dinero en abundancia, cuando era joven se la pasaba en parrandas, con amigos , con mujeres, vino etc.su vida era una fiesta, y no una fiesta decente ¡ no! su vida era escandalosa, entonces una vez sintió el llamado de Dios, y fue tal su arrepentimiento que renunció a la riqueza de sus padres, dejó vicios, parrandas y mujeres, se puso un burdo hábito y se fué a predicar la palabra de Dios en la mas completa pobreza. Ese hombre ahora es un santo, ! San Antonio ! y es un santo muy milagroso y muy conocido. Eso contesta tu pregunta.
Fuente(s): La vida de San Antonio. - MimiLv 7hace 9 años
´Claro que sí, todos estamos llamados a la santidad, hasta una persona muy pecadora como el caso que planteas, pero es sumamente raro, pero si buscamos la historia de los santos, debe haber un caso así, si alguien sabe de uno que lo exponga.
- hace 9 años
Esto es cuanto quería decir con mi mirada al fariseo. 6
Pero a ti te manifiesto otra cosa, para alegría tuya y de muchos.
En Betania[1]16,
María repitió este gesto que signó el alba de su redención. Hay gestos
personales que se repiten, y que denuncian el estilo propio de una persona. Son
gestos inconfundibles. En Betania, de todas formas –y ello era justo– el gesto
fue menos humillante y más confidencial, dentro de su actitud de reverente
adoración. Mucho había caminado María desde aquel amanecer de su redención.
Mucho. El amor, como viento veloz, la había impulsado consigo hacia arriba y
hacia delante; el amor, como una hoguera, la había devorado y había destruido
en ella la carne impura, y había proclamado señor en ella a un espíritu
purificado. María, distinta por su renacida dignidad de mujer, distinta en su
vestido, sencillo como el de mi Madre, y en su peinado; de mirada sencilla, de
actitud sencilla, de palabra sencilla y nueva, ahora me honraba con
el mismo gesto, pero de forma nueva: cogió el último de sus vasos de perfume,
que había reservado para mí; me lo esparció sobre los pies, sin llanto, con
mirada dichosa, por el amor y la seguridad de haber sido perdonada, y también
sobre mi cabeza. Ahora María podía, sí, ungirme y tocarme la cabeza. El
arrepentimiento y el amor la habían purificado con el fuego de los serafines, y
ella misma era un serafín.
7 Dítelo a tí misma, María, mi pequeña "voz", díselo a las almas. Ve, díselo a las almas que
no se atreven a venir a mi porque se sienten culpables. Mucho, mucho, mucho se
le perdona a quien mucho ama, a quien mucho me ama. ¡No sabéis, pobres almas,
cómo os ama el Salvador! No tengáis miedo de mí. Venid. Con confianza. Con
coraje. Que Yo os abro el Corazón y los brazos.
Recordad siempre esto: "No establezco diferencia entre aquel que me ama con su pureza íntegra
y aquel que me ama en la sincera contrición de un corazón renacido a la
Gracia". Soy el Salvador. No lo olvidéis nunca.
Ve en paz. Te bendigo».
SIN DUDA MAXIMUS...............ESTA CONVERSION, PERO SOBRE TODO LA INDULGENCIA DE JESUS YYYYYYYY <<<<<<<<<<SUS BELLISIMAS PALABRAS A ESTA PECADORA>>>>>>SON LAS QUE ANIMAN A SER SANTO A TODOS LOS PECADORES.....COMO NOSOTROS.........
SALUDOS AMIGUITO Y MUY BUENA PREGUNTA..........
Fuente(s): P.D. TE DEJO ESTE VIDEO.ME ENCANTA Y ME FASCINA.......... http://www.youtube.com/watch?v=GRDnS9DiSR0&feature... - hace 9 años
pueda ser que si siempre podemos enmendar el camino
lo digo io myte
saludos hermano
- Anónimohace 9 años
no se trata de ser santos
se trata de que entiendan lo bueno y lo malo
que habran sus corazonez para tener conocimientos
DIOS NO BUSCA SANTOS
BUSCA ARREPENTIDOS!!!!!!!!!!!